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COBIJA A SU CREACIÓN Y SOMETE AL UNIVERSO

  • Foto del escritor: sinododelapeninsula 1988
    sinododelapeninsula 1988
  • 28 ago 2024
  • 2 Min. de lectura

La grandeza y el poder de Dios como arquitecto del cosmos y sustentador se manifiestan en cada rincón y paisaje de la creación:

"Él fundó la tierra sobre sus cimientos; no será jamás removida. Con el abismo, como con vestido, la cubriste; sobre los montes estaban las aguas. A tu reprensión huyeron; al sonido de tu trueno se apresuraron." (Salmo 104:5-7)

Estos versículos nos presentan a un Dios activo y comprometido en el gobierno y funcionamiento de Su mundo. Aquí se nos revela la imagen de un sabio ingeniero que coloca los cimientos de la tierra, trabajando desde el principio en cada detalle de su obra. Asimismo, vemos la figura de un tierno y delicado vigilante que cada noche cubre a la tierra con una cobija celestial.

Si la tierra, imponente y grandiosa, necesitó un fundamento puesto por Dios, ¿no es insensato aquel que pretende vivir sobre arena en lugar de la roca que es Cristo? Y si los mares ceden humildes ante la reprensión del Soberano, ¿no es necio e insolente quien se resiste a Su autoridad y se rebela contra Sus estatutos?

En ocasiones parece que las fuerzas y elementos de la naturaleza conocen y obedecen al Creador mejor que los humanos. Aprendamos de las aguas y rindámonos con mansedumbre al Señorío del Creador. Imitando a los montes, encontremos un fundamento sólido para nuestra vida.


Como dijo el teólogo puritano Richard Sibbes: "Nuestra única seguridad en este mundo peligroso es estar arraigados y fundados en Cristo". Si la creación proclama la gloria de Dios, igualmente expone nuestra diminuta y frágil condición, razón por la cual haríamos bien en someternos al gran Creador y Sustentador del cielo y la tierra.


 
 
 

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